Es verdad, cuanto más alto vueles más grande será la hostia que te pegues, pero también es verdad una cosa, que quien no arriesga no gana. No puedes dejar que, de catorce millones de personas que somos en el mundo sólo una arruine tu vida, cuando hay otras seis mil novecientas noventa y nueve millones de personas allí fuera que pueden hacer de tu día el más bonito.
Pero lee con atención, pon tus sentidos en todas mis palabras. No es el fin. La vida sigue y tú no puedes quedarte atascado con una piedra, no puedes dejar que una simple persona te amargue la vida y te quite esa sonrisa del rostro, esa sonrisa que alguien se muere por ver. La vida es dura, y el camino va en zigzag, pero no puedes detenerte a la primera curva, ni a la primera caída. Debes volar alto, da igual el golpe que te lleves, saluda desde la cima a esos que te decían que no podías con tus objetivos. Devuélveles los golpes con astucia, enseñándoles que no estás solo y si lo estás, seguirás caminando hasta lograr tu meta.
No debes rendirte, porque si el camino es complicado es porque vas por el sendero correcto. Y puede que hoy no, pero mañana consigas todo lo que deseas. Levanta la cabeza, que nadie te haga agacharla.